La ciencia ha demostrado un vínculo entre una dieta baja en calorías (sin malnutrición ) y la longevidad en una variedad de modelos animales. En el nuevo estudio, Imai y su equipo han demostrado que SIRT1 incita la actividad neuronal en áreas específicas del hipotálamo del cerebro, lo cual provoca cambios físicos dramáticos en el músculo esquelético, y aumenta el vigor y la longevidad.
El equipo de Imai estudió ratones que habían sido modificados genéticamente para producir la proteína SIRT1 en exceso. Algunos de los ratones habían sido alterados genéticamente para sobreproducir SIRT1 en los tejidos del cuerpo, mientras que otros lo fueron para producir más SIRT1 sólo en el cerebro.
Sólo los ratones que sobreexpresaron SIRT1 en el cerebro (llamados BRASTO) mostraron un aumento importante en su período de vida, sin sufrir de restricción dietética. Imai dice que dichos ratones eran libres de comer comida normal y cuando quisieran hacerlo.
Además de los cambios positivos en el músculo esquelético de los ratones BRASTO, los investigadores también observaron aumentos significativos en su actividad física durante la noche, que es cuando los ratones son característicamente más activos, en la temperatura corporal, y en el consumo de oxígeno, en comparación con controles de la misma edad.
En el estudio, el promedio de vida de los ratones BRASTO se amplió en un 16% en las hembras y en un 9% en los machos. Traducido a los seres humanos, esto podría significar 13 o 14 años adicionales para las mujeres, por lo que su promedio de vida sería de 100 años, dice Shin. Para los hombres, esto añadiría unos siete años, aumentando su promedio de vida a unos 85 años.
En los ratones BRASTO, los investigadores también observaron un retraso en la muerte por cáncer, en comparación con los ratones de control.
Una vez que hubieron identificado que el control del envejecimiento se encuentra en el cerebro, Imai y su equipo identificaron que el control del envejecimiento está regulado en dos áreas del hipotálamo llamadas núcleos hipotalámico y dorsomedial lateral. Los investigadores fueron capaces de identificar los genes específicos, dentro de esas áreas, que se asocian con SIRT1 para dar inicio a las señales nerviosas que provocan las respuestas físicas y de comportamiento observadas.
Según Imai, el descubrimiento plantea la tentadora posibilidad de un “centro de control del envejecimiento y de la longevidad” en el cerebro, que se podría manipular para mantener una fisiología juvenil, y prolongar el período de vida en otros mamíferos.
Artículo científico: Satoh A, Brace CS, Rensing N, Clifton P, Wozniak DF, Herzog ED, Yamada KA and Imai S. “Sirt1 extends life span and delays aging in mice through the regulation of Nk2 homeobox 1 in the DMH and LH”. Cell Metabolism 18:1-15, Sept. 3, 2013.
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