Pueden ser raros, pero son, en efecto,naturales. Desconciertan porque a la ciencia le cuesta mucho admitir fenómenos que no se atienen a leyes físicas admitidas. Pero el conocimiento rompe muchos esquemas.Si a un físico del XIX le hubiesen dicho que su cuerpo no era lo que aparentaba, sino un conjunto de átomos como divulgó Einstein hubiese pensado que su interlocutor estaba loco.Y no digamos si le expusiera la paradoja de Schrodinger sobre el gato vivo y muerto a la vez, basado en la cuántica, según la cual un electrón puede estar en dos sitios diferentes al mismo tiempo. Pero si se quieren leer sucesos verdaderamente extraordinarios hay que acudir al Libro de los condenados de un cerebro informado desde el exterior, Charles Fort, de quien conservo como un tesoro una primera edición que encontré en Filadelfia, de 19l9. Como la mayoría de lo que ese libro describe desafía a la mas elemental lógica, se optó como de costumbre, por silenciarlo o tachar de chalado y falsario al autor. No tenemos remedio.
Pueden ser raros, pero son, en efecto,naturales. Desconciertan porque a la ciencia
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Pero el conocimiento rompe muchos esquemas.Si a un físico del XIX le hubiesen dicho
que su cuerpo no era lo que aparentaba, sino un conjunto de átomos como divulgó
Einstein hubiese pensado que su interlocutor estaba loco.Y no digamos si le expusiera
la paradoja de Schrodinger sobre el gato vivo y muerto a la vez, basado en la cuántica,
según la cual un electrón puede estar en dos sitios diferentes al mismo tiempo.
Pero si se quieren leer sucesos verdaderamente extraordinarios hay que acudir al
Libro de los condenados de un cerebro informado desde el exterior, Charles Fort,
de quien conservo como un tesoro una primera edición que encontré en Filadelfia,
de 19l9. Como la mayoría de lo que ese libro describe desafía a la mas elemental
lógica, se optó como de costumbre, por silenciarlo o tachar de chalado y falsario
al autor.
No tenemos remedio.