Los acúfenos son una constante en la vida de millones de personas en todo el planeta: un zumbido persistente y machacónque ni se deja oír desde fuera de la cabeza de quienes lo soportan ni se puede medir, pero que les llega a amargar la existencia.
También conocida como tinnitus, esta dolencia no tiene en la mayoría de los casos una cura definitiva, y su causa casi siempre se desconoce. Pero sí existen terapias para aprender a convivir con él, ignorarlo y olvidarse de que existe, que en la actualidad es a lo máximo a lo que se puede aspirar en los casos crónicos.
Los fármacos ototóxicos –afectan al oído–, como la aspirina y algunos antibióticos, pueden también dar lugar a los acúfenos. Asimismo, existen dolencias auditivas que pueden provocarlos, por lo que el primer paso cuando un paciente acude al otorrinolaringólogo es tratar de averiguar el origen. Un tapón de cera, un tumor en la vía auditiva, otosclerosis –crecimiento óseo anormal en el oído medio– o mucosidad excesiva son algunos de los culpables visibles más frecuentes, medibles y solucionables.
María Teresa Heitzmann, otorrinolaringóloga especializada en acúfenos de la Clínica Universidad de Navarra, cuenta que lo que causa el zumbido es un problema neurológico:“Está demostrado que todo el mundo puede llegar a oírlo. El motivo de que moleste o no es cómo lo procesa el sistema nervioso central. Cuando molesta, es porque se procesa de forma equivocada, como si fuera un sonido importante, y se potencia hacia nuestra parte consciente o corteza cerebral”.
No hay medicamento que haya probado una eficacia científica más allá del placebo. El otorrino Joan Domènech, experto en acúfenos del Hospital Clínico y la Universidad de Barcelona, explica que si se trata de una aparición reciente y aguda, se suelen administrar “cantidades agresivas” de antiinflamatorios que habitualmente reducen la intensidad, aunque, según reconoce, “no se sabe muy bien por qué”.
También se utiliza el método que reúne más consenso para el tratamiento, la terapia de reentrenamiento del tinnitus (TRT), que consiste en la habituación al zumbido. Como subraya el doctor Domènech, el problema no es el sonido, sino la angustia que provoca. Así que este enfoque consiste, primero, en tratar esta desesperación en los pacientes, que puede derivar en ansiedad, insomnio y depresión.
Aunque suene exagerado, el zumbido constante provoca en ocasiones temores a enfermedades mortales o una tremenda angustia por pensar que es algo que va a acompañar a la persona toda la existencia, impidiéndole el sueño y llevar una vida normal. Algunos pacientes llegan incluso a tener pensamientos suicidas.
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Muyinteresante.es
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